domingo, 28 de diciembre de 2014

El desierto de tu ausencia


Es la noche, quien convertida en un invierno
se calienta junto a un corazón abrasado,
desvelando un recuerdo de sueños
traídos por el vahído del alma de un enamorado
Bajo un mantón gris aparece tu figura;
y una mano en tu pelo juega, mechón a mechón,
a enrollarse en sí mismo, sobre un ovillo moreno.
dejando a la luz unos ojos , ¡y qué ojos!
cuya teja radiante como oasis en el desierto,
llena de una inmensidad profunda, refresca
más aun que el agua pura, la sed de amor.

Cuando la noche avanza y el sueño se quiebra
adolece el espíritu en un desierto de vida,
lleno de almas errantes que no son la tuya,
mientras la mía pasa de inmortal a perecedera.

Para que al despertar del día, el sol,
encuentre mi cuerpo yacido en las dunas.
Y él, tan abrasador como el fuego,
que nunca se pone mientras no estás,
me quema como una mecha, rápido,
duele en la cara, agrieta el espíritu
y reseca el corazón;
invitando a llorar en la soledad diurna,
guiando cada gota salada
a través de los surcos de tu recuerdo
hasta las llagas de tus ausentes caricias.

El ocaso marca el fin del dolor
con los últimos rayos de sol

Antonio Espacio Garcia

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